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Introducción a la litosfera


La litosfera es la capa más superficial de la Tierra sólida, caracterizada por su rigidez. Está formada por la corteza terrestre y por una zona externa del manto, y "flota" sobre la astenosfera, una capa “blanda” que forma parte del manto superior. Además, se encuentra fragmentada en una serie de placas tectónicas o litosféricas, en cuyos bordes se concentran los fenómenos geológicos endógenos, como el magmatismo (incluido el vulcanismo), la sismicidad o la orogénesis. Las placas pueden ser oceánicas o mixtas, cubiertas en parte por corteza de tipo continental.

El suelo es la capa que forma la superficie de la Tierra y de la litósfera. En ella viven las raíces de las plantas y también algunos animales. Está compuesto por una gran cantidad de elementos: arena, arcilla, piedras, sales, restos de seres vivos, aire y agua. Su formación se debe a que el agua de lluvia penetra entre las rocas y, al congelarse, se rompe formando piedras más pequeñas. Las raíces de las plantas continúan desmenuzando las rocas aún más y los microorganismos ayudan a formar el suelo produciendo humus. Debajo del suelo existen varias capas u horizontes que forman el subsuelo. A medida que nos internamos en ellas, encontramos cada vez más rocas y minerales de gran utilidad, como el gas, el carbón y el petróleo.

Un suelo se puede degradar al acumularse en él sustancias a unos niveles tales que repercuten negativamente en el comportamiento del mismo. Las sustancias, a esos niveles de concentración, se vuelven tóxicas para los organismos que allí viven. Se trata pues de una degradación química que provoca la pérdida parcial o total de la productividad del suelo.

Los fenómenos naturales pueden ser causas de importantes contaminaciones. Así es bien conocido el hecho de que un solo volcán activo puede aportar mayores cantidades de sustancias externas y contaminantes, como cenizas y metales pesados, entre otros, que varias centrales térmicas de carbón. Pero las causas más frecuentes de contaminación son debidas a la actuación del hombre, que al desarrollarse sin la necesaria planificación produce un cambio negativo de las propiedades del suelo.
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